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La Higiene

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Esta palabra que proviene del griego: ὑγίεια hygíeia ‘salud’ y que deriva de Higia, la diosa de la curación del panteón griego, significa la práctica de un estilo de vida, limpio y saludable, empleando las medidas adecuadas para preservar una buena salud. 

El siglo XIX representó el surgimiento del concepto de higiene, con recomendaciones tan evidentes como que los cirujanos u obstetras se lavaran las manos antes de operar. Pioneros como Ignaz Semmelweis, o Joseph Lister (en la imagen de la entrada) llegaron a la asociación de que la mortalidad por fiebre puerperal o putrefacción de las heridas tras una cirugía eran debidas a la falta de asepsia. Con el uso de desinfectantes la disminución de las sepsis cayó drásticamente. Sin embargo, a la sociedad le costó adoptar estos nuevos hábitos hasta que Louis Pasteur demostró que la causa de las infecciones eran los gérmenes.  Joseph Lister epónimo del enjuague bucal Listerine, quien empezó a usar fenol como desinfectante o gas carbólico en la segunda mitad de siglo, publicó sus evidencias en un célebre trabajo en la prestigiosa revista The Lancet. (1)

En estas mismas décadas surgía la epidemiología en Inglaterra con los trabajos de John Snow sobre el cólera y el Támesis. La mejora de los instrumentos estadísticos un poco más tarde, con las aportaciones de Student, Pearson y Fischer permitió obtener evidencia científica de los orígenes de muchas enfermedades.

La higiene no sólo se limita a proveerse de un entorno sano y limpio, sino que se habla también de higiene postural y ergonomía, de higiene mental, y prácticas higiénicas en un sentido amplio para prevenir problemas de salud. Dejar de usar corsés fue una práctica muy higiénica, por ejemplo. En una exposición reciente sobre los avances del feminismo se exponían unas joyas de principios del siglo pasado que en realidad eran frascos de éter para usar en los desmayos frecuentes que causaban los caprichos de la moda a la sazón. La revolución industrial a la par que la revolución francesa supuso un cambio en la moda especialmente masculina. Aparecieron las americanas y trajes oscuros para disimular el hollín de las fábricas, y poco ha cambiado desde entonces. Quizás el confinamiento por la pandemia fue lo único que ha permitido adoptar una forma de vestir más “comfy”.

Volviendo a la higiene, sin embargo, esta ha avanzado en paralelo al avance de la sociedad de consumo e industrial, y a medida que se han evitado compuestos que se han demostrado dañinos, van apareciendo otros que no conocemos su impacto a largo plazo. Hemos visto como dejábamos de usar plomo en las tuberías, amianto en la construcción, se prohibía el DDT muy usado hasta que se demostró su toxicidad, el mercurio de termómetros y empastes, los ftalatos que provocan problemas de desarrollo y reproducción, Pesticidas, Formaldehídos, y un largo etcétera. La mayoría están prohibidos en muchos países, pero igual que la industria del tabaco escondió la evidencia de su daño en la población, se siguen usando múltiples aditivos en los productos de limpieza, cosméticos, y en muchos otros ámbitos que a la larga se demostrarán dañinos.

En medicina o en prevención de la salud, llegar a la evidencia científica no es fácil. Un ensayo in vitro, no es lo mismo que un test en animales, que un doble ciego en grupo pequeño de voluntarios, que un ensayo de cohorte en una población durante largos periodos. En un reciente artículo de este blog hablábamos del Exposoma: la exposición a lo largo de una vida a la multitud de variables externas. ¿Pero cómo llegar a una conclusión científica de lo pernicioso de la contaminación aérea? Dependerá del tiempo de esta exposición, del tipo o de la concentración. No es lo mismo una persona que trabaje en un taller mecánico, o sea taxista en una gran ciudad que sea artesano en el campo. Los gases de combustión, o el benceno de la gasolina son carcinogénicos.  La materia particulada de menos de 2,5 micras que emiten los vehículos Diesel penetra a través de la respiración en el torrente sanguíneo causando múltiples efectos nocivos. A pesar de la creciente evidencia, el problema de la investigación con el Exposoma es que los efectos de estas sustancias o comportamientos no se presentan inmediatamente sino a medio plazo con la acumulación por el tiempo. La mente humana preparada genéticamente para reconocer patrones, puede caer fácilmente en la falacia post hoc (2), pero sin embargo le cuesta mucho asociar riesgos a medio plazo de conductas que puedan acarrear un coste a corto, por muy pequeño que sea.

La preocupación por el aire que respiramos aún dista mucho de la preocupación por la comida, bebidas o nutrición en general. ¿Será porque el aire es transparente? Sin embargo respiramos alrededor de 10 mil litros de aire al día y lo que penetra en nuestros pulmones es igual de importante que lo que ingerimos. Afortunadamente van apareciendo indicadores en nuestras apps de los smartphones que nos informan de la calidad del aire y qué medidas debemos adoptar en cada situación. Los organismos supranacionales imponen medidas y sanciones a los estados y municipios que no cumplen la normativa, pero no vemos que surja efecto ya que el número de días que las grandes ciudades superan los límites impuestos aumenta lejos de disminuir.

Haga usted una medida de los compuestos orgánicos volátiles como el formaldehído después de limpiar su hogar por la mañana. Mida las partículas PM 2,5 que entran de la calle si vive en plantas no muy altas. Probablemente superará los límites establecidos por el comúnmente aceptado ICA (3).

La mejor respuesta sería evitar la causa, dejar de emitir contaminantes y vivir de forma más sostenible. Lo que no dependa de nosotros será difícil de evitar de forma inmediata. Pero es recomendable mejorar nuestro Exposoma con todas las medidas posibles, y en lo que se refiere al aire que respiramos, el uso de purificadores que neutralicen de forma natural y efectiva los contaminantes en el hogar y sobre todo en el lugar de trabajo es una herramienta fácil a nuestro alcance.  La tecnología de liberación de Factor de Aire-Libre (OH·) es la manera más efectiva y natural de hacerlo. Existen en el mercado, aparatos como PUROH, que proporcionan este tipo de ventajas.

No podemos determinar con certitud si un cáncer de pulmón es producto de los contaminantes respirados durante muchos años, es producto de una lotería genética, o una mutación epigenómica, pero prevenir siempre será mejor que curar y hay muchas cosas que están en nuestras manos.  

(1) On the Antiseptic Principle of the Practice of Surgery. The Lancet (1867)

(2) El error expresado en latín como «post hoc ergo propter hoc», que se traduce al español como «después de esto, por lo tanto, a causa de esto» y que se usa para expresar una relación causal entre dos eventos simplemente porqué uno acontece después de otro.

(3) Índice de calidad del aire

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